martes, 24 de junio de 2014

Aleluya!!




A todos nos contaron la historia de Adán y Eva. Vivían en un lugar perfecto, donde nada faltaba y donde se era feliz sin esfuerzo. Cada día agradecían al señor y hacían una alabanza “Aleluya, alabado sea Dios por este paraíso”.
Pero por desobedecer una ley nos expulsaron del paraíso, aunque yo creo que fue mucho peor que eso, no nos expulsaron, sino que nos dejaron en el paraíso pero ciegos. Nos quitaron la capacidad de ver el paraíso en el que vivimos.

Si uno pudiera abrir los ojos y ver, ver lo que nos rodea, los milagros cotidianos, la belleza, el milagro del amor, de la amistad.
Si pudiéramos ver la magia de cada día, los amaneceres y los atardeceres, el poder de la naturaleza. Si pudiéramos ser conscientes de la vida que siempre se abre paso. Si entendiéramos que existir ya es estar en ese paraíso diríamos todos los días “Aleluya”.
Aleluya por poder ser testigos y parte de este milagro. Aleluya por tener la capacidad de emocionarnos. Por ser los únicos seres capaces de reír y de llorar.
Pasamos toda nuestra vida intentando regresar al paraíso cuando en realidad vivimos en él. Solo hay que abrir los ojos, despertar y verlo. No solo estamos en el paraíso, sino que somos el paraíso.
Aleluya, alabado sea Dios, la vida, la energía o lo que tu creas. Aleluya por eso. Aleluya por el amor, por la alegría y por el dolor. Aleluya por los amigos, hermanos, padres, madres, hijos, aleluya.
Aleluya por ese paraíso en el que vivimos y por el que vale la pena sacrificarse.

jueves, 19 de junio de 2014

Infinitas posibilidades





Hace mucho tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perro buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perro subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras, se topó con una puerta semiabierta; lentamente entró en el cuarto, para su sorpresa se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1.000 perros más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. Comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco y los 1.000 perros hicieron lo mismo. Posteriormente, sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos, se quedó sorprendido al ver que los 1.000 perros también le sonreían y ladraban alegremente con él.
Cuando salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: "Qué lugar tan agradable… Voy a venir más a menudo a visitarlo!"
Tiempo después, otro perro entró en el mismo lugar y se encontró con el mismo cuarto, pero a diferencia del primero, éste perro al ver a los otros 1.000 canes se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Luego, empezó a gruñir; obviamente, vio como los 1.000 perros le gruñían. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros perros le ladraron también. Cuando salió del cuarto pensó: "Qué lugar tan horrible es éste… Nunca más volveré a entrar allí!"
 Lo que ninguno de los perros se dio cuenta era que en el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:
"La casa de los 1.000 espejos. Todos los rostros del mundo son espejos"
Decide qué rostro llevarás por dentro y ese será el que demostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás.

miércoles, 4 de junio de 2014